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jueves, septiembre 14, 2006

Lugares sin encanto.

Hay sitios en los que uno nunca desearía estar.
Entre ellos,las fronteras se llevan la palma. Y algunas de éstas son especialmente desagradables.
Son sensaciones que uno nunca puede olvidar. Como cuando crucé la frontera de Gaza con Israel, por el norte de la franja palestina.
Era el año 2001, seis meses después del inicio de la Segunda Intifada. La noche anterior helicópteros israelíes habían atacado con proyectiles algunos cuarteles del ejército palestino.
La mañana no se presentaba mejor: el taxi me sableó 120 Euros por un viaje de 15 minutos hasta la frontera por lo que me quedaba casi sin dinero para seguir dos días más en Jerusalén antes de coger el avión de vuelta a España; la radio del coche anunciaba un muerto en disturbios tempraneros y la posibilidad de que la frontera estuviera cerrada ganaba neuronas en mi estresada cabeza. El quedarme atrapado en Gaza se convertía en pesadilla.
El taxi no se acercercó demasiado al puesto fronterizo; parecía que dejara a un corderillo, a mí, dirigirse al matadero; de manera que en solitario, a pie, con el único sonido de mis pies sobre el asfalto y disparos de fondo, caminé el corredor de alambradas y torretas de alambradas que llevaba a Israel.
En esos momentos cobré conciencia de mi soledad en el mundo, con una bolsa a cuestas y la imaginación jugándote malas pasadas: creí que cualquiera de los soldados que se ocultaban tras los telones de acero, a mi izquierda y derecha, podía pensar que mi bolsa guardaba explosivos y ¡bang!, de un disparo preventivo hubiera terminado con todo. En este Territorio Comanche primero se dispara y luego se pregunta. Yo no veía diferencia entre el chico palestino al herido por un balazo que había podido fotografiar un par de días antes y yo. Silencio, sol, polvo, los pasos hacia la frontera y el pensamiento de que si yo era el único que aquella mañana se atrevía a cruzar esa frontera era porque estaba en el lugar equivocado en el sitio equivocado.
Si bien este camino a un posible cadalso fue eterno, el paso por la aduana apenas duró 5 minutos y una pregunta: ¿qué hace un español como tú en un sitio como éste?

miércoles, septiembre 13, 2006

¿Existe Al-Qaeda?

Hay una cosa que está clara: que Bush, Blair y unos cuantos más por ahí han rentabilizado de manera increíble los atentados del 11-S, 11-J y 11-M. Atentados brutales que no dejan indiferente a nadie. A muchos políticos del tres al cuarto les ha ido genial para justificar ataques, guerras y medidas dudosamente propias de países con cierta libertad (pasar por los aeropuertos parece un juicio sumarísimo donde los chusqueros que allí cachean presumen de cara de mala leche como si eso fuera hacer bien su trabajo).
En fin, a lo que voy. Hay un documental de la BBC llamado The Power of Nightmares (el Poder de las Pesadillas) en el que se cuestiona la propia existencia de la red terrorista de Osama bin Laden. Me parece un poco descabellado pero en todo caso está muy bien porque deja claro que la amenaza (real o irreal) de un enemigo les va de perlas a los que quieren mantenerse en el poder a costa del miedo general.
Podéis encontrar estos videos en www.youtube.com si escribis Power of Nightmares.

martes, junio 13, 2006

¿Dónde quedaron?

Este viernes inauguro una exposición de fotografías en Artymagen, en Zaragoza, España.
Será una exposición bastante personal pues incluiré imágenes que no he expuesto nunca y que, para mí, tienen especial significado ya sea porque fueron algunas de las primeras fotos que tomé... porque me gustaron al recordarme un viaje... no sé, experiencias personales.
El otro día, al escogerlas, no pude dejar de sentir cierta nostalgia de las personas retratadas y, sobre todo, de su futuro, a veces incierto. ¿Qué será hoy de sus vidas? Refugiados, guerrilleros, vendedores ambulantes, pintores callejeros, soldados, religiosos de mil creencias... Al retratarlos siempre queda algo que parece como si tú les pertenecieras y, al contrario, como si ellos, nunca dejaran de estar al lado tuyo. Son trozos de vida robados; a menudo sin importancia pero que congelan el pasado para recordar lo que fueron y lo que somos: pequeños trozos de vida que nos cruzamos de vez en cuando. Espero que Dios reparta suerte.

viernes, junio 09, 2006

El periodismo ya no es lo que era.

¿Os acordais del periodismo comprometido? ¿Os acordais de una profesión con su toque de romanticismo?
Nada de esto queda ya. Excepto los blogs, blógicamente.
Hay que rellenar espacios. La televisión y la radio deben ocupar tiempo y los periódicos espacios. El objetivo ya no es lo que cuentas sino sobre lo que hables y que llenes suficientes minutos o bastantes hojas; time is money (el tiempo es un maní, como dirían Les Luthiers) y el publishing lo sabe.
No es que únicamente se deba informar sobre desgracias, desastres... eso no es compromiso. El compromiso es ser honesto consigo mismo y con los cuatro gatos que lean, vean o escuchen. El comunicarse por el placer de comunicarse y eso es incompatible con una cuenta de beneficios; no nos engañemos: o somos rentistas o hay que pagar un precio político, económico o moral por lo que debemos escribir.
Nos pagan para que escribamos sobre unos determinados temas y no sobre otros. Y si no estamos de acuerdo: au revoir. Somos funcionarios de la palabra: pero sin moscosos, ni bajas indefinidas.

viernes, junio 02, 2006

Un inciso: ¡Vivan los reporteros a pie de calle!

Sé que he dejado bastante olvidado mi blog pero la vida cotidiana te resta de hacer muchas cosas.
Estas páginas surgieron de la necesidad de contar cosas que he visto directamente, y que no tenía lugar dónde colocarlas y ordenarlas en mi vida.
Mi afán era viajar a lugares desde los que contar historias, situaciones, hablar de personas que conociera y de las cuales todos podíamos aprender. Eso lo he logrado. Pero de ahí a poderlas poner a disposición de un público mediaba un abismo.
Ahora trabajo en el mundo televisivo y desde aquí se conoce de cerca la censura solapada de los medios que nos cuentan "lo que ha ocurrido". Aquí están los ojos del mercadeo de imágenes y palabras, no de la realidad.
Hay muchos profesionales, los reporteros y cámaras, dejándose la vida por llegar a contarnos el mundo; pero los medios de comunicación lo filtran de tal forma que, con una severa guillotina, deciden lo que al público le interesa y lo que no; así de fácil, sin mojarse, sin mancharse las manos, sin conocer directamente a los protagonistas. Los que deciden los contenidos de la televisión no son los cámaras, ni los reporteros; son señores que desde una mesa tiran a la basura testimonios, tiran vídeos y gritos de la gente que quiere hablar; así, sin anestesia; con una crueldad brutal. Y seleccionan otros que más les gustan.
Hay que recordar siempre que los que de verdad nos tendrían que contar lo que pasa en el mundo son los que han estado en el mundo, los que han tocado la realidad, los que conocen de tú a tú a las personas; hay que dar la palabra, de verdad, a los reporteros y a los cámaras; no a cuatro idiotas que deciden qué es lo que nos interesa o qué es de lo que debemos enterarnos.