pub

lunes, noviembre 07, 2005

Los refugiados albanokosovares (2)

La situación de los albaneses que habían cruzado la frontera de Yugoeslavia con Albania era similar una a otra. Era 1998, la OTAN bombardearía el país de Milosevic al año siguiente y la guerrilla de la UÇK ya sería fuerte, pero en aquel año 98 los refugiados eran unos parias que habían tenido que pasar a través de las montañas, de noche, con frío, con los niños a hombros. Horas y horas de andar por caminos que no sabían bien si los conducían a un destino incierto en Albania o al matadero a manos del ejército y la policía del Régimen ultranacionalista de Slobodan.
La hospitalidad albanesa es legendaria, pero en el país que estalló en pedazos hacía sólo un año y que estaba casi en quiebra absoluta, la generosidad se escribía con minúsculas. Los refugiados, mujeres con niños y unos pocos hombres, ocupaban unas habitaciones en un bloque desvencijado de ventanas sin cristales y paredes de papel de fumar. Era verano pero la llegada del invierno los amenazaba con llevarlos casi a la congelación. Aquí, en la puerta de atrás de Europa, la solidaridad internacional era un pariente desaparecido.
No tenían luz, no tenían agua y apenas dinero como para sobrevivir día tras día. Los pocos jóvenes que habían pasado con ellos estaban formando guerrillas del Ejército de Liberación de Kosovo. Jóvenes que compraban kalashnikovs viejos con la duda de si serían más efectivos en contra de las autoridades represivas yugoeslavas o contra ellos mismos. Recuerdo que en la guerra civil española, Orwell en su Homenaje a Cataluña decía que conoció un tipo de granadas que eran imparciales pues nunca se sabía si estallarían al enemigo o al propio que las lanzaba.

viernes, octubre 28, 2005

Los refugiados albanokosovares

La llegada a Tropoja, a escasos seis kilómetros de la frontera con la provincia yugoeslava de Kosovo, fue un shock. Caía la noche y, cuando se retiraron los mercaderes de armas, los disparos arreciaban rasgando las siluetas de las montañas en la oscuridad. Dos monjas me dieron albergue en su pequeño ambulatorio; son dos de las personas con más valor que he conocido: solas, en un lugar difícil de encontrar incluso en un mapa, con milicianos entre la desesperación y el sueño romántico de reconquistar su provincia, apenas sin agua y con una gota de electricidad nocturna.
Al llegar, mi mentalidad prepotente de venir de país desarrollado me impulsó a hacer la primera llamada. Para decepción de una de las monjas, no fue al periódico (no trabajaba para ninguno, era free-lance total) sino a mi novia. El locutorio de Tropoja estaba instalado en un edificio semi-abandonado con una de esas centralitas que ambientarían perfectamente una película de la Segunda… o tal vez de la Primera Guerra Mundial, con montones de cables aislados en tela negra y clavijas que cuelgan desde un escritorio de madera. Pedí conferencia con España, me metí en una de las cabinas y lo conseguí a la primera. No era consciente de mi suerte; desde hacía dos días que era imposible una comunicación con el exterior. Bromeando le dije a la monja italiana que Dios estaba conmigo. Y así debía ser, pues en una semana no me ocurrió nada desagradable si exceptuamos el intenso calor del día y una diarrea mayúscula en el viaje de regreso.

miércoles, octubre 26, 2005

La hospitalidad albanesa

Siempre abundan los tópicos, pero muchas veces son realmente un reflejo de la realidad.
Gracias a la legendaria hospitalidad albanesa pude eludir albergarme en, tal vez, el único hotel de Shkoder, en el noroeste de Albania, a las orillas del lago. Nikola, el conductor del furgón que me llevó a mí y a varios albaneses desde la capital, me ofreció su casa; y eso que ni siquiera nos podíamos comunicar directamente sino que lo hacíamos a través de un funcionario del Ministerio de Agricultura que hablaba algo de inglés. En su casa estuve un día y dos noches, me dio de comer, de dormir y su mujer y su hijo me enseñaron la ciudad. Por la noche invitaron a algunos de sus vecinos a pasar una velada de charla y a tratar de llevar una conversación a través de chaval que apenas tenía 14 años; yo me convertí en una curiosidad, alguien a quien mirar como se mira algo que viene de otro planeta.
Allí, en Albania, al caer la oscuridad, lo mejor que se podía hacer era no salir de casa y charlar; de fondo el sonido seco pero lejano de disparos de los cuales nadie me supo dar razón en todo el tiempo que permanecí en Albania; disparos nocturnos que comenzaban al ponerse el sol y nunca recuerdo si finalizaban al pasar la medianoche pues ese sonido se hacía contidiano y apenas se le daba ya importancia cuando vencía el sueño.
Para hacer justicia también me toca decir que Nikola me pagó el viaje hasta Koman, a mitad de camino de Tropoja, y rechazó unos escasos 20 dólares que quise darle por sentirme en deuda con él y su familia. Aquí es donde aprendí que donde quiera que uno se encuentre la hospitalidad abunda más en este mundo que el peligro o la violencia; y eso, hablando de Albania en 1998, un país a medio camino entre la guerra con Yugoeslavia y la guerra civil.

lunes, octubre 24, 2005

Cruzar fronteras: entre la emocion y el miedo.

Es imposible evitar la emoción de cruzar fronteras, de traspasar límites, de ver cómo un paisaje humano cambia de repente, cambia de lengua, de costumbres, incluso de aspecto. Si cruzas la frontera con un territorio en guerra la emoción se transforma en escalofrío; siempre se sabe cuando entras, nunca si podrás salir o cómo saldrás; es una puerta que se cierra a tus espaldas con la incertidumbre de si, desde el otro lado, la podrás abrir.
Países en los que escasean las guías de viaje y de los que sólo recibes noticias inquietantes, peligrosas, que se extienden como un misterio pues sólo hablan de números de muertos, de desaparecidos o de refugiados; hablan de situaciones desesperadas y de emboscadas en cada recodo del camino.
Con un intenso escalofrío sentía la piel cuando tomé rumbo a la frontera albano-yugoeslava por su parte más conflictiva: Tropoja. "No vayas, mucho peligro" me decían incluso los propios albaneses que, evidentemente, desconfiaban de lo que en aquella remota región estaba sucediendo. Después me ocurriría lo mismo con cada frontera que he cruzado rumbo al abismo, con la guerra, con Territorio Comanche, como lo bautizó Arturo Pérez Reverte, en una descripción de cristales rotos, pasos inquietos y francotiradores invisibles ocultos bajo edificios ennegrecidos por el humo del fuego del odio.
Recuerdo el periplo hasta Tropoja igual que cuando salí por la frontera de Gaza con Israel, con muros de hormigón y alambradas; igual que la oscuridad de la noche en el Kurdistán turco o la negra entrada en Iraq, país sin ley que traga a sus visitantes como monigotes indefensos en la oscuridad de la carretera de Amman a Bagdad cuando cruzas la frontera de noche cerrada.

viernes, octubre 21, 2005

Hacia Tropoja, julio 1998

Rinas, el único aeropuerto de Albania, era poco más grande que un aeródromo de ultraligeros. Allí permanecía, como una estatua, el único avión que poseían las líneas aéreas albanesas. La griega Olympic Airways copaba el espacio aéreo de las escarpadas montañas entre las que se esconde Albania.
En el terminal un empleado alzaba en el aire las maletas y los pasajeros gritábamos si aquel equipaje era el nuestro. Todo era un curioso revuelo de gente que, sorprendentemente, creaba cierta sensación de orden en medio del aparente caos.
En el país menos turístico de Europa los souvenirs consistían en banderas rojas con el águila bicéfala albanesa y dos leyendas distintas: Albania o Kosova, ambas expuestas en vitrinas al aire libre a la salida del aeropuerto.
Era fácil coger un taxi; en el camino las únicas palabras que fui capaz de comprender fueron "shum, shum army", mucho, mucho ejército, cada vez que pasábamos al lado de un soldado aburrido en algunos cruces de la carretera. Hice caso a un voluntario de una ONG que conocí en Zaragoza y tomé directamente un furgón privado en el que, entre baches, charcos y música balcánica, unas miradas curiosas comenzaron a comunicarse conmigo en un rudimentario inglés. Iba a Shkoder, la primera parada antes de tomar rumbo a la frontera albano-yugoeslava.

jueves, octubre 20, 2005

Noreste de Albania. Julio-1998

Hasta ese momento el nombre de Albania y el de Tropoja me habían traido a la memoria las imágenes, todavía recientes, de los edificios de ventanas ciegas de Bosnia, el cielo gris y plomizo del horror y las casas ardiendo estoicamente a lo lejos en medio de un paisaje de nubarrones azul oscuro siempre amenazantes.
Ahora los refugiados comenzaban a llegar desde Kosovo al norte de Albania; otro escenario, otros personajes pero la misma tragedia. Bosnia me había fascinado pero nunca llegué a conocer de cerca a los protagonistas; con Kosovo no ocurriría lo mismo.
Llegar hasta allí me costó todos mis ahorros de estudiante, un par de broncas, la incomprensión familiar y dominar el miedo en el cuerpo. Era mi primera guerra; no tenía en absoluto experiencia y sólo contaba con el bagaje de una frase de Manuel Leguineche cuando le conocí en Madrid: "hay que tirarse a la piscina vestido si hace falta", mojarse hasta las cejas; irse en solitario a la zona más conflictiva de Albania creo que estaba a la altura.
En el aeropuerto de Atenas me esperaba la conexión con el avión hacia Tirana; en el vestíbulo de embarque, una vez facturadas las maletas, apostaba todavía por irme o quedarme. También recordaba las imágenes de la película "L'America" en la que un par de italianos se meten en Albania y, además de jugarse la vida, salen desplumados en uno de los barcos atestados de refugiados albaneses que atracan en cualquier parte de la costa italiana. Ir o no ir; si no iba esta vez, en el abismo de lo desconocido, jamás me volvería a atrever. Cogí el billete y subí al avión. Albania, la puerta de atrás del trastero de Europa, me tragó definitivamente.

miércoles, octubre 19, 2005

Tropoja. El anuncio de la tormenta.

Tropoja, julio-1998.
Sólo se podría conocer la existencia de Tropoja si ocurriera algún hecho excepcional. Y ocurrieron dos. El primero fue el nacimiento de Sali Berisha que llegó a ser presidente de Albania. El segundo fue el estallido de la guerra en el vecino Kosovo.
Doce horas de viaje entre los Balcanes albaneses, utilizando dos vehículos y un transbordador, y la llegada a Tropoja era un shock, sumergirse dentro de la ilógica lógica de la guerra.
La pequeña Tropoja sólo tiene una calle pero ésta es suficiente para albergar el mayor mercado de armas que mis ojos, párvulos en guerra y muerte, hubieran podido ver. Un mercadillo de viejos kalashnikov albaneses, lanzagranadas, cajas de munición abiertas de cara a un público, los guerrilleros de la UÇK, que ponían por delante las incursiones en Kosovo que su propia existencia en la tierra; es el ardor guerrero de los que lo han perdido todo.
Las furgonetas cargadas de armas llegaban por la mañana, a primera hora y se iban en cuanto el sol se escondía entre los picos de casi tres mil metros que circundaban las polvorientas casas de Tropoja. Cuando pisé Tropoja por primera vez era ya casi de noche, el instante preciso de refugiarse en algún lugar y evitar la oportunidad de diluirse en medio de las borracheras de violencia que inundaban la oscuridad del valle cuando la luz de sol desaparecía.

lunes, octubre 17, 2005

Hoy no hay fotografia.

Hoy no hay fotografía. Después de probar el blog desde mi página oficial (www.alamfoto.com), daré comienzo en breve a una serie de diarios de viaje sobre mis experiencias al inframundo de la guerra, los refugiados y lo absurdo del ser humano.
En los próximos días comenzaré relatos cortos sobre el noreste de Albania al comienzo de la guerra de Kosovo, la Palestina de principios de la Intifada, el Kurdistán del prólogo de la guerra de Iraq y la propia "postguerra" de Iraq.
Fueron solamente un par de semanas de vivencias dentro de cada uno de estos conflictos; dos semanas cuyos recuerdos se funden como el plomo en la memoria de cualquier persona. Cada día era una semana y cada semana un año.
Espero tener tiempo de acompañarlas con fotografías pues la vida cotidiana te roba tiempo, el mismo que trato de recuperar en cada viaje.
Un abrazo a todos los bitácoranautas o bloggers.

viernes, octubre 14, 2005

La libertad de expresion: un valor todavia cuestionado.


En el Museo de la Ocupación Nazi-Soviética de Tallinn se exponen algunos recuerdos de la represión estalinista sobre los ciudadanos de la antigua Unión Soviética. Entre ellos dos puertas de celda de una prisión. Una dictadura que ignoraba la pluralidad y la libertad de expresión.
Hoy me ha llegado un correo que informa que Reporteros sin Fronteras edita un manual sobre cómo burlar la censura a través de los blogs. Es curioso que dentro del informe de esta ONG, China figure entre los campeones de la censura (es decir: la quinta parte de la población mundial). La libertad de expresión sigue siendo un valor cuestionado en el mundo por muchos poderes políticos, económicos y mediáticos. También es interesante ver que el Régimen castrista apenas impone censura cibernética a sus ciudadanos: simplemente restringe la posibilidad de conectarse a internet a unos pocos; Cuba es uno de los países del mundo con menos conexiones a la red por habitante.
Aprendamos de la Historia; me declaro políticamente convencido de izquierdas pero eso no quiere decir que tenga que mirar a otro lado cuando dictaduras, que ya poco tienen de revolucionarias (¿alguien recuerda lo que es revolución en Cuba o en China?), coartan tajantemente la libertad de expresión. No confundamos la revolución soviética con la brutal dictadura estalinista, ni la digna revolución cubana con la cutre dictadura castrista; reivindiquemos derechos fundamentales y no miremos a otro lado cuando el dictadorzuelo esté teóricamente de nuestro lado.

martes, octubre 04, 2005

Una composicion de color.


El fotoperiodismo es información y es estética. En ciertas imágenes prima más un aspecto que otro pero ambos son igual de importantes. En el parque Gruto Parkas de Lituania, intuí que un gran número de carteles de personajes serios, graves y en tonos sepia podrían aportar una composición interesante; pero sólo se produciría el interés si los contraponía a algo con lo que contrastaran. Fue genial: una niña viendo con poco interés la exposición se dispuso a pasar por delante del peculiar mural. Su abrigo era azul, todo un acierto; era niña, por lo que contrastaría enormemente con la edad y la actitud de los que, desde los pósters se asomaban; sólo quedaba encuadrar y esperar el momento oportuno: cuando pasara por allí y dirigiera una mirada fugaz a la pared repleta de los estoicos rostros. Y allí fue.
www.alamfoto.com

Vínculo a Gruto Parkas

viernes, septiembre 30, 2005

Refugiado baha'i de Iran.


En los blogs cada uno escribe su vida. En este artículo no soy yo el protagonista; sólo quiero mostra la historia de un refugiado iraní que conocí en 2002 en el Kurdistán turco. Desde entonces desconozco su paradero.
Ruhollah Shidi nació en 1959 en Teherán. Su principal problema, desde que el régimen de los ayatolás iraníes tomara el poder, fue su adscripción religiosa: no es chiíta sino que pertenece a una rama minoritaria dentro del Islam, la fe Baha'i. Debido a esta circunstancia no pudo ingresar en la Universidad. Su fe le impide cualquier relación con las armas pese a lo cual tuvo que hacer el servicio militar. Dentro de la comunidad Baha'i hay una elección de personas que ocuparán cargos pero esta costumbre choca de frente con la dictadura impuesta por la revolución islámica de Jomeini.
Una vez pasó a Turquía, su familia decidió ir a su encuentro. Sin embargo su mujer y sus hijos quedaron atrapados en la capital turca, Ankara, mientras que él lo está en la ciudad kurda de Van; una ley turca impide a los refugiados pasar de un departamento a otro para evitar el desplazamiento de un número importante de inmigrantes dentro de sus fronteras. En 2002 llevaban ya 3 años sin verse a pesar de estar actualmente viviendo dentro del mismo país, Turquía. El destino y las leyes crean situaciones estúpidas y dramáticas como ésta.
Personas como Ruhollah serán los pequeños héroes anónimos del mañana; con toda probabilidad historias de personas con historias parecidas serán noveladas y llevadas al cine. Pero eso será cuando Ruhollah y muchos otros hayan pasado su particular calvario. Es necesario conocer a estos héroes anónimos de hoy pues los tenemos a la puerta de casa a pesar de que ahora los miremos por encima del hombro por pertenecer a la dura casta del inmigrante.
www.alamfoto.com

jueves, septiembre 29, 2005

Arte en Nueva York


Existe Estados Unidos y, en otro lugar, existe Nueva York. Esta ciudad es, virtualmente, la capital de Estados Unidos; la capital económica y, sobre todo, la capital artística. Es un cúmulo de culturas y tolerancia donde cada individuo es una vida y una aventura. Lo banal se da la mano con lo extraordinario sin que apenas sorprenda al paseante.
En una de las calles de Manhattan, no me acuerdo cuál ni trato de hacerlo, a las puertas de una galería de arte me sorprendió esta escultura como tótem de entrada. Un cilindro grueso con varios pechos dando cara a la calle; en el pedestal, la cabeza en relieve de un cabrón. Además, en un día de lluvia, caían sobre la superficie de metal pequeños chorretones de agua que aún la transformaba en algo más sugestivo todavía. En muchos lugares de Estados Unidos esta figura habría sorprendido y escandalizado. No en Nueva York.
En la película Historias de Nueva York, Martin Scorsese hace decir a Nick Nolte: "ésta no es otra ciudad, ésta es la ciudad." Nueva York es el centro del mundo, así le gusta sentirse y presentarse. También a través de su arte.
www.alamfoto.com

miércoles, septiembre 28, 2005

El surrealismo esta en la calle.


Hay imágenes en las que el fotógrafo ha colocado a sus personajes; mis fotografías, por el contrario, son siempre composiciones encontradas; las busco pero nunca organizo nada. Lo que se ve en la pantalla o sobre la emulsión ha existido en el momento fugaz de tomar la fotografía.
A mediados de los 90 hubo una fotografía que conmovió al mundo: la de una niña africana que apenas podía avanzar debido a su débil estado de salud y un buitre esperaba el último aliento de la moribunda. Era una situación real.
La presente imagen, también real, está tomada en otro lugar del mundo y otra fecha, en Parnu, Estonia, en 2004. La realidad puede brindar ocasiones paralelas pero con significados totalmente contrarios; es ésta una imagen graciosa, curiosa, surrealista por encontrarse en medio del mundo cotidiano. Un hombre anuncio camina por la calle y en un momento determinado observa a una anciana que lleva su misma dirección.
Las dos fotografías, la tomada en África y la presente, no tienen nada en común pero es curioso cómo puede haber un paralelismo absurdo entre la tragedia y la comedia, entre la víctima inocente cuyo terrible futuro se vislumbra cercano y la anciana que parece correr ante la grotesca presencia de otra rapaz, una feroz publicidad que parece perseguir a su víctima, ésta ya anciana y, consecuentemente, cercana a su fin, igual que la niña.
www.alamfoto.com

viernes, septiembre 23, 2005

Gruto Parkas: un bosque y un museo politico


¿Dónde van todas esas esculturas de líderes políticos, militares, hacedores y deshacedores de patrias? En Lituania lo tuvieron bien claro: van al cuarto trastero de la memoria, a un museo.
Recorriendo las suaves planicies de Lituania, entre bosques y tótems de madera que indican pueblillos remotos, llegas al parque político más surrealista del mundo: Gruto Parkas. Se encuentra en Druskininkai, a escasos kilómetros de la frontera con Bielorrusia (aconsejable mirar un mapa para darse cuenta de dónde podemos encontrarnos).
Pagas una entrada y un vagón de deportados a Siberia te da la bienvenida. Tétrico: el primer recuerdo es similar a aquellos vagones de ganado y mercancías que atracaban en los peculiares muelles de Auschwitz.
En Gruto Parkas hay incluso un restaurante con platos que recuerdan la era Soviética, las referencias de Lenin, Stalin, Kapsukas, Breznev, etc. aparecen hasta en los manteles de papel, cuidadosamente decorados con colores de un rojo subido.
La exposición del parque va a lo largo de un bosque, a cada recodo te encuentras Lenines de varias toneladas de peso, líderes lituanos del Partido Comunista de rostros solemnes, relieves de las glorificadas y mitificadas revoluciones liberadoras del mundo. Alambradas y casetas militares de vigilancia fronteriza adornadas con altavoces emiten los himnos del Partido.
Cuando uno cree haberlo visto todo llegas a la tienda de souvenirs para proveerte de vasitos con la estrella roja, la hoz y el martillo, cartas de póker donde los reyes y reinas se han convertido en Kruschev, Jruschov… pero todo a precios competitivos y apetitosos para la economía de mercado. ¡Quién después de haberse ido al límite mismo de Europa se resiste a llevarse un trozo de Historia de la Guerra Fría "souvenireizada"?
En la foto, exposición de Lenin en Gruto Parkas.
www.alamfoto.com

jueves, septiembre 22, 2005

Gaza: el principio de una esperanza


El desalojo forzoso de los asentamientos judíos de la franja de Gaza ha sido, sin duda, un acontecimiento doloroso para los colonos. Tener que abandonar a la fuerza el hogar de más de treinta años es uno de los mayores sacrificios para cualquier familia. Sin embargo los colonos desalojados deben pensar en que lo mismo ocurrió a los palestinos para que ellos pudieran asentarse en esas zonas; y los palestinos respondieron con la escasa fuerza que da la desesperación.
La lección de Historia fruto de este capítulo en el conflicto palestino-israelí debe basarse en que la colonización de un territorio a base de recolocación de personas creando ghettos y marcando vallas, fronteras y divisiones sangrientas nunca sirve de nada; los gobiernos no pueden seguir manejando a la gente poniéndolos y quitándolos como piezas de ajedrez de una partida que se juega, no en el tablero, sino en la vida real. Y la vida real la han aprendido primero los palestinos y su éxodo forzoso y, ahora, los colonos, con su expulsión de los kibbutzim.
La única salida es la convivencia y ésta no es una utopía pues musulmanes, judíos y cristianos han podido convivir durante siglos llamándose de tú a tú y sin vallas ni muros de la vergüenza (todos son vergonzosos) que los dividiera.
En la fotografía: judíos rezando en el muro de las lamentaciones.
www.alamfoto.com

miércoles, septiembre 21, 2005

New York: la oportunidad perdida


En marzo de 2002 viajé a Nueva York. Habían pasado seis meses desde los atentados contra las Torres Gemelas y contra el Pentágono. La ciudad conmemoraba esta desgraciada fecha.
Meses antes, pocos días después del 11-S, salieron en pantalla varios cantantes entonando la canción "We are a family"; me emocioné. Creí que la interpretaban como símbolo de la unión de la humanidad contra la violencia, contra el terrorismo, contra las guerras; contra la barbarie. Estaba equivocado; era un canto a la familia americana (estadounidense). La oportunidad de unir a los pueblos en solidaridad con las víctimas, de emerger un sentimiento de unión fraternal no era sino un cántico patriotero de Estados Unidos contra el resto del mundo. Me sigue gustando esa canción pero, a partir de entonces, no puedo evitar sentir cierto rechazo a una música que tuvo la ocasión de ser icono de humanidad y que se transformó en himno del patriotismo más burdo.
Cuando paseaba por las calles de Nueva York, visité la Zona Cero (Ground Zero), asistí a la fiesta de San Patricio y a los actos en memoria de las víctimas del 11-S; no sentí que se gritara en contra de la violencia sino que el peso del Imperio Americano caía como una losa en contra de quien fuera mínimamente crítico con la política exterior estadounidense y sobre todo la de Bush. Las fábricas de banderitas de las barras y estrellas estaban funcionando a toda máquina al grito de ¡más madera para la guerra!; se anunciaban ya los ataques a Afganistán y a Iraq.
www.alamfoto.com

martes, septiembre 20, 2005

Los Paises Balticos: De espaldas a Rusia y de frente a la Union Europea


¿Cabe esperar que un país dé la espalda a su pasado más inmediato? No lo ha hecho un país, lo han hecho tres. Estonia, Letonia y Lituania se separaron de la Unión Soviética de forma pacífica. Son tres países para los que pertenecer a la Unión Soviética reportó los beneficios de ser punta de lanza en el Báltico de la segunda potencia mundial pero los perjuicios de sufrir una intensa represión, sobre todo por parte del régimen estalinista en los años 40.
Todo ha quedado atrás. Las inversiones de la Unión Europea entraron en estampida y estas tres repúblicas están irreconocibles. Muchas de las infraestructuras, sobre todo de transportes, son completamente nuevas. Además la economía de mercado funciona a sus anchas y por todas partes se ve prosperidad, a excepción, claro está, de algunos núcleos rurales que han quedado en el olvido enmedio de la vorágine inversora. El turismo ya es un valor seguro y en alza.
El deseo de independencia primero y los cambios tan rápidos de la última década han dejado el recuerdo de la Unión Soviética como el de un pasado para olvidar y en el que surgen las ansias de denunciar la represión que supuso el estalinismo. Es como cuando Franco murió en España; los que hubieron de guardar silencio durante décadas salen a la superficie para respirar. Todo lo que recuerda a Rusia es mirado con desdén; todo lo propio, lo nacional y lo europeo, es revalorizado como el aire fresco que entra en una habitación que abre sus ventanas.
En la fotografía, maletas de personas deportadas a Siberia en los años 40. Museo de la Ocupación. Tallinn, Estonia.
www.alamfoto.com

lunes, septiembre 19, 2005

El Kurdistan, siempre olvidado.


Estuve en el Kurdistán turco en agosto de 2002. Allí encontré, concretamente en la ciudad de Van, a numerosos refugiados que provenían de Afganistán, de Iraq y de Irán. La mayor parte de ellos huyeron por razones políticas que degeneraron en razones económicas: normalmente si estás perseguido, no se te brindan demasiadas oportunidades de trabajo y las que tienes, te son arrebatadas.
Allí continúan. Tres años después. En condiciones de supervivencia día a día. En la frontera entre la legalidad y la ilegalidad, de Occidente y Oriente; entre la Tierra Prometida y las Ilusiones Perdidas. Si a alguien se le ocurre ir a visitarlos no hay más que llegar a Van, ciudad que dista 70 kilómetros de Irán y unos 200 de Iraq. Por la calle principal de la ciudad, probablemente, aparezca un guía turístico espontáneo para mostrarte el antiguo castillo, una boda kurda o, tal vez, esté dispuesto a desentrañar la página más oscura del Próximo Oriente, la de miles de personas desplazadas en éxodo silencioso hacia Turquía, puerta virtual de Europa.
www.alamfoto.com

Nuevas formas de ver la comunicacion

Siempre que el poder ve temblar sus estructuras hay gente dispuesta a alarmarse. Los medios de comunicación de masas, ampliamente influidos por los grupos de poder, por la publicidad, por unas estructuras rígidas, tienen ahora miedo de las opiniones vertidas en los Blogs. Es lógico pensar que es malo que cada uno exponga su verdad como le plazca y sin tener que pedir excusas a nadie pero también es verdad que hoy día todos podemos intervenir usando nuestra tan cacareada libertad de expresión sin tener que pensar en dividendos, en publicidad, en control o en presiones políticas.
Por todo ello, gracias a los blogs podemos verter información que, lo siento, se aleja de la que nos quieren hacer ver los mass-media.